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lunes, 24 de agosto de 2015

Las Cinco Eras de Eridu

Las Cinco Eras de Eridu
Por Luis Cruz



Muchas son las leyendas que en Eridu se cuentan, bardos y sabios se han encargado de traer desde el pasado, historias que retan a la imaginación. Los dioses tuvieron un papel más protagónico en eras tempranas, pero conforme Eridu avanzaba, la necesidad de dioses disminuía. Al día de hoy, aún hay razas que veneran a un dios fielmente, mientras que otras los tienen como un símbolo de su tierra, pero prefieren hacer las cosas por su cuenta.

Esta es una pequeña crónica cuyo objetivo es narrar los hechos históricos importantes de cada era de este mundo, su surgimiento y cambios que dieron al final con el Eridu que todos conocemos, el origen de sus habitantes y el papel que estos jugaron en la historia del mundo.


Era de la Creación.

Eridu en un principio era bastante distinto, fue concebido por los dioses como un terreno donde podían resolver sus diferencias sin dañar Caelum, su propio mundo.

Tras cientos de miles de batallas en esta Era, el mundo comenzaba a tomar su forma actual, los enfrentamientos moldeaban poco a poco el mundo hasta darle su forma conocida. En disputas se pasaron mil millones de años. Hasta que los dioses tomaron una decisión que cambiaría para siempre el mundo de Eridu.

Era del Exilio

Luego de mil millones de años de batallas entre dioses, estos tomaron unan decisión, basada en qué, no sabemos, los dioses y sus deseos son aún hoy un misterio para nosotros. Así se acordó en Caelum la creación de nuevos seres inferiores, cuyo propósito sería el de habitar esta tierra a la que los dioses habían dado forma. Así pues, los dioses se disponían a crear nuevos seres para éste mundo, pero algo inesperado ocurrió.

Tres de los dioses no estaban de acuerdo con esta decisión, estos eran, Tenebris, Kraken y Mortem. Tenebris no estaba de acuerdo porque pensaba que crear nuevos seres sería tarde o temprano la ruina de los dioses y su mundo Caelum. Kraken se enojó con los otros dioses porque no se estaban tomando en cuenta los seres marinos y Mortem, el más maligno de todos los dioses, fue expulsado del grupo de dioses que tenían el propósito de crear la raza más fuerte, esto porque quería hacerlos malignos y sirvientes de la oscuridad.

Entonces comenzó la última gran batalla de los dioses en el mundo de Eridu. Por cien millones de años Tenebris, Kraken y Mortem lucharon ferozmente contra los otros dioses, pero los tres dioses, a pesar de su gran poder, eran superados en número y finalmente cayeron ante sus adversarios. Su castigo, ser exiliados de Caelum a un mundo inhabitado, oscuro e inerte. Purgatorium.

Así fue como terminó esta era, dando paso a un nuevo amanecer para el mundo.

La Nueva Era

Con el exilio de los dioses opositores, por fin pudo dar comienzo la creación de nuevos seres para habitar el mundo de Eridu, los dioses son conocidos por ser soberbios y celosos, sin embargo, cinco de ellos unieron sus fuerzas para crear una raza que fuera superior a las otras.

La diosa Epona, el dios Ganesha, el dios Odín, la diosa Atenea y el dios Baal se unieron para crear a los Humanos, hechos a imagen y semejanza de estos dioses, unos seres de compasión y fuerte voluntad, pero fácilmente pervertidos por su sed de poder, estos habitarían las tierras del oeste de Eridu.

La diosa Bastet decidió entonces crear a los Felines, de apariencia humana, pero con piernas que se asemejan a las de un felino y  además dotados de una cola y un par de orejas de felino, dotadas de mentes agudas y agilidad superior a la de un humano común, los Felines habitarían las faldas de la montaña Feles.

La diosa Freyja, antigua esposa de Odín, maldita por este, fue condenada a jamás poder engendrar hijos varones, por lo cual decidió crear a las Valkyrias, hijas guerreras de Freyja, orgullosas, fuertes y celosas de los hombres, estas habitarían la Isla de Hastam.

Otros tres dioses se unirían para crear un ser común, sin embargo nunca estuvieron totalmente de acuerdo en su apariencia final, estos eran los Alis, seres de apariencia humana pero con alas y la capacidad de transformarse en animales. Tal desacuerdo resultó en tres clases completamente distintas de Alis. La diosa Primater creó a los Alis Chrysalis, seres con alas de insectos voladores, estos habitarían las faldas de la Gran Montaña de Fuego, junto a los manglares del Lago Alveus. El dios Garuda crearía a los Alis Avis, seres con alas de aves, estos habitarían los bosques de la Gran Montaña de Fuego. Y finalmente, el noble dios dragón, Infinitum Magna Flamma creó a los Alis Ignis, seres con alas de dragón. Tanto amó Infinitum Magna Flamma a su creación, que decidió quedarse a vivir en la Gran Montaña de Fuego, su poder crearía por generaciones, infinitos ríos de lava en toda la montaña. Los Alis Ignis, poderosos y sabios, habitarían la cima e interior de la Gran Montaña de Fuego.

La gran arquitecta del mundo de Eridu, también conocida como la Madre, Naturae, crearía a unos seres puros de corazón y espíritu, los Elfos, guardianes de los bosques de Arbor.

Barbam el Maestro, habilidoso y orgulloso, crearía a los seres más avanzados tecnológicamente de Eridu, los Enanos, habitantes de las planicies del este.

Había un dios que resaltaba por su poder físico y tamaño, mucho más grande que los dioses comunes, el dios Atlas, crearía a los Gigas, seres de siete o más metros de altura, con fuerza incomparable, sabios y longevos. Estos habitarían la Gran Isla de Titán, hábitat de antiguas y enormes criaturas, rodeada por aguas tan turbulentas que ningún barco podría tocar sus costas en miles de años.

Estos serían los seres que habitarían estas tierras, orgullosos y satisfechos con su trabajo, los dioses abandonaron Eridu en dirección a Caelum, todos menos el gran dragón Infinitum Magna Flamma, que se quedaría cuidando su creación en la Gran Montaña de Fuego. Pero… ¿qué pasó con los otros tres dioses exiliados? Según los dioses, estos tres habían perdido su derecho a la creación en la Nueva Era, pero por supuesto ninguno de los tres dioses habitantes de Purgatorium estaría de acuerdo.
Pasaron miles de años, las razas proliferaban y cubrían cada vez más territorio en el mundo, la paz reinaba en Eridu, pero esto no duraría por mucho tiempo. Los tres dioses malignos elaboraron un plan, engañarían a la raza más pura de Eridu, los Elfos. Tenebris usando su poder, logró manifestarse en Eridu en forma de un cuervo de ojos rojos, el dios oscuro con su vasto conocimiento, sabía que en lo más profundo de cualquier ser siempre hay maldad.

El primer rey de los Elfos, Silvalius, tuvo que luchar por ese privilegio con otro poderoso Elfo, su hermano, Palusius. Al final de la batalla y con Silvalius como vencedor, este se acercó a su hermano para levantarlo, pero por primera vez un Elfo mostraría sentimientos impropios de su especie, el odio y la envidia. Dominado por sus sentimientos, Palusius intentó atacar a su hermano cuando éste le extendió su mano, hemos de imaginarnos el rostro de los Elfos presentes al ser testigos por primera vez en la historia, de tales acciones. Debido a esto, el ya coronado rey Elfo, decidió exiliar a su hermano del reino de Arbor.

Solo, lleno de rencor y odio, Palusius dejó los bosques de Arbor en dirección a la ciénaga de Sanguis, un páramo olvidado al este de Arbor, tierra de oscura que ningún se atrevería a habitar. Condenado a morir solo y sin heredero alguno, Palusius siguió caminando por el bosque, cuando de repente comenzó a escuchar una voz en su cabeza, era la voz de Tenebris, que llamó su atención diciendo –Estoy aquí, en el árbol- Inmediatamente Palusius levantó su mirada y frente a sus ojos apareció un cuervo negro con ojos rojos y brillantes, Tenebris preguntó al joven Elfo, -¿Quieres poder?- y él contestó, -sí.

Así comenzaba el plan de Tenebris para traer la oscuridad al mundo de Eridu, pero poder no era lo único que el ambicioso Elfo deseaba, Palusius contó a Tenebris que no era la corona lo que deseaba, sino el premio que con esta venía, Herbalia, la Elfa más hermosa del reino. Entonces el oscuro dios prometió a Palusius poder, tierras y a su amada Herbalia. Usando su poder secuestró a la Elfa y la llevó ante Palusius, quien con su nuevo poder convirtió a la oscuridad a Herbalia y la hizo su esposa. Así nació la primera raza oscura de Eridu, los Elfos Oscuros, habitantes de la ciénaga de Sanguis.

Con la creciente oscuridad en Eridu, se abriría un canal desde Purgatorium y con esto la llegada al mundo de los otros dos dioses oscuros, Kraken y Mortem.

Kraken, siempre celoso de las tierras, decidió crear en el mundo a los Nagas, seres humanoides anfibios, de alta inteligencia y difícil trato, muy cerrados en sus creencias, y sus fieles sirvientes. El oscuro dios se quedaría habitando las vastas aguas de Eridu, atormentando a cualquiera que se atreviese a invadir sus dominios.

Mortem por su lado, celoso de los cinco dioses creadores de los humanos, se basó en estos para crear su propia especie de humanos corrompidos por la maldad y oscuridad, sin embargo, muy grandes fueron sus ambiciones y lo que en un principio se vislumbraba como seres perfectos, se vio afectado por la oscuridad y el odio que Mortem infundió en ellos, dando finalmente vida a los Orcos, seres malignos cuyo único propósito era acabar con los Humanos en Eridu.

Era de la Gran Helada

Pasaron cinco millones de años más en Eridu, sus nuevos habitantes le dieron vida al mundo, pero pronto el caos que alguna vez reinó en Eridu debido a las constantes batallas entre dioses alcanzaría a esta era.

La Gran Helada comenzó progresivamente, simplemente hubo inviernos cada vez más largos, hasta que un día, el invierno no se fue, se mantuvo cada vez más implacable y frío, era la prueba más dura a la que los habitantes de Eridu se habían enfrentado.

Los Humanos se refugiaron en sus casas, se cubrieron de pieles gruesas y desarrollaron sus habilidades de cacería, así nació el Reino del Oeste, primer reino Humano, cuyo rey fue el mejor cazador, el rey Calens.

Los Elfos de Arbor poco tenían que preocuparse, su ya más sabio rey Silvalius mandó a conjurar un escudo mágico alrededor de Arbor que proveería por años calor a sus habitantes.

Emulando a su contraparte de la luz, los Elfos Oscuros bajos las órdenes de su rey Palusius, también conjuraron un escudo de calor alrededor de la ciénaga de Sanguis.

Los Felines por su parte también comenzaron a cazar y cubrirse de pieles para el frío. También cubrieron sus casas con pieles y quemaron grasa de los grandes animales que habitaban Feles.

Los Gigas, apartados en la Isla de Titán, utilizaron la madera de los árboles de la isla, los árboles titán, cuya corteza arde por mucho más tiempo que la de cualquier otro árbol en Eridu.

Los Alis Ignis no tuvieron problema, ya que en el interior de la Gran Montaña de Fuego, las temperaturas eran altas sin importar el tiempo en el exterior.

Tanto los Alis Chrysalis como los Alis Avis aprovecharon las aguas termales de la Gran Montaña de Fuego para sobrevivir a las bajas temperaturas.
Al verse en tan mala situación, las Valkyrias de Hastam temieron por su vida, vivieron toda su vida en una Isla donde las temperaturas eran templadas y los inviernos cortos. Recurrieron entonces a su diosa Freyja, quién les otorgó su más preciada posesión, el collar de Brisingamen, reliquia mágica que representa al sol, y que cubrió la isla con un escudo mágico para resguardar a las Valkyrias del frío helado.

Los Nagas, acostumbrados a las heladas aguas de Eridu, no tuvieron problema para sobrevivir en esta era.

Los Orcos se refugiaron en cuevas, donde lograban calentarse gracias a los pozos de brea que recorrían el Valle de Mors, lugar árido donde habitan los Orcos.

Pero qué pasó con los Enanos, que habitaban las planicies del Este, el largo invierno había destruido sus cultivos, matado sus animales y diezmado sus fuerzas. Acabados, sin esperanza alguna, los pobres pueblos enanos, la raza más débil en la Nueva Era, estaban condenados a morir en el frío. Echados a su suerte, pesimistas, los Enanos decidieron aceptar su muerte, renegando a su dios Barbam por el destino que les había tocado, todos… menos uno.

Su nombre era Corscia, un Enano común a los ojos de cualquiera, tamaño promedio, barba promedio y una cintura un poco más ancha del promedio. Durante meses, Corscia había tenido el mismo sueño recursivo, se veía a sí mismo de pie en medio de las planicies nevadas, con el frío calando hondo en sus huesos, cuando de pronto, a la distancia notaba como se dibujaba una figura, una criatura, una especie de animal tan grande como una vaca pero con unos cuernos majestuosos, lanudo y con pezuñas grandes que evitaban que se hundiera en la nieve. Corscia entonces comenzaba a seguirlo a través de la neblina durante mucho tiempo, hasta llegar al borde de las Montañas de Hierro, una cordillera que se extendía de norte a sureste del continente, territorio inexplorado. Una vez ahí, la criatura entraba por una gruta en la montaña, armándose de valor, Corscia entraba también y una vez adentro, veía encima de su cabeza, una serie de cavernas majestuosas llenas de estalactitas y estalagmitas, su sangre comenzaba a calentarse, sus mejillas a tornarse rojas y a lo lejos adentrándose en la montaña podía ver un gran grupo de estos animales juntos, decidía acercarse para observar a las criaturas, y estas lo miraban para luego inclinar su cabeza en señal de reverencia.

Nadie le creyó a Corscia, ni sobre la montaña ni mucho menos sobre las extrañas criaturas que en sueños veía. Pero al avanzar el invierno, Corscia comenzó a ganar seguidores, creyentes de que sus sueños eran una visión del mismísimo Barbam, dios de los Enanos, que a través de Corscia quería salvar a su pueblo. Al filo de la muerte, cuando no quedaba más opción, los pueblos Enanos decidieron seguir a Corscia en su viaje hacia las Montañas de Hierro. Después de un largo y difícil viaje habiendo perdido a muchos Enanos, por fin las montañas hacían su aparición en el horizonte. Los sobrevivientes Enanos se sorprendieron al ver que Corscia los había dirigido a una gruta en la montaña, como había visto en sus sueños, al entrar, efectivamente, se abría ante ellos una serie de cavernas y túneles dentro, y el calor que emanaba el interior de la montaña se sintió como el abrazo de una madre después de un día difícil.

Así fue como Corscia, quien ahora se conoce como el primer rey de los Enanos, gracias a sus visiones, logró salvar a los Enanos de su cruel destino, las cavernas de las Montañas de Hierro ahora eran la casa de los Enanos, el pueblo de Barbam el Maestro.

Era del Hierro

Lo que comenzó como un invierno largo y duro, se convirtió en un evento que sería conocido para siempre como la Gran Helada, por dos mil años el frío golpeó a los habitantes de Eridu que valientemente lograron sobrevivir a semejante prueba.

Encerrados en las cordilleras del este de Eridu, los Enanos descubrieron que el material que se desprendía de las rocas al cavar para crear sus viviendas, era un metal más resistente que el cobre, de color grisáceo, al cual llamaron “hierro”. Los Enanos entonces, comenzaron a explotar este metal, fundiéndolo para crear armas, armaduras, esculturas y usándolo como refuerzo para sus viviendas de piedra.

Al finalizar la Gran Helada, con los caminos descongelándose y el sol brillando en el cielo, todas las razas comenzaron a expandir sus territorios, una era marcada por el surgimiento del comercio, el uso del hierro como materia prima e incontables guerras estaba viendo su alumbramiento.

El reino del Oeste, había sufrido muchos cambios, y la competencia entre las grandes casas de los Humanos dio como resultado su separación en los cuatro reinos y el imperio que conocemos hoy, uno por cada dios creador. Los fieles a Epona, diosa de los jinetes y caballos, se establecieron  la parte más occidental del ya disuelto reino, llamando a su nuevo reino, Sorem. Los seguidores de Ganesha, caracterizados por su piel oscura y con resistencia natural a las altas temperaturas, decidieron establecerse en la parte meridional, en el desierto de Araneus, así fundaron el gran reino de Phachyr. Los altos y fuertes sirvientes de Odín, orgullosos guerreros, habían demostrado ser los más resistentes al frío durante la Gran Helada, por lo que decidieron establecerse en la parte septentrional, un páramo frío al cual nombraron Glaciem. Los hábiles guerreros leales a la diosa Atenea, decidieron ir hacia el este justo detrás de las Montañas de Hierro, llamaron a este lugar, Vulture. Finalmente, los fuertes creyentes de la fe de Baal, se establecieron justo en el centro de los otros cuatro reinos, así nació un reino que más tarde se convertiría en el imperio de Venum.

Los Elfos del reino de Arbor abrazaron el saber, y sus largas vidas les permitieron adquirir conocimientos sobre la naturaleza, haciéndolos los mejores alquimistas y magos del mundo, comenzaron a comerciar con los Enanos el preciado nuevo mineral, y usaron su conocimiento mágico para crear su propia versión del hierro a partir del material de los Enanos, éste sería conocido como hierro élfico.

Siempre hubo un sentimiento marcado de envidia y una necesidad de competencia por parte de los Elfos Oscuros del reino de Sanguis hacia sus hermanos del bosque de Arbor, por lo que cada pequeño avance de los Elfos del bosque, era estudiado minuciosamente por los chamanes de Sanguis, así fue como estos desarrollaron la magia oscura a punto inimaginables.

Tanto recelo y competencia, llevaría al rey Elfo Oscuro Palusius a declarar la primera Guerra de los Elfos, y tres siglos después la segunda. Fueron guerras sin sentido, libradas según los chamanes Elfos Oscuros, porque Tenebris les daba el derecho de conquistar a sus hermanos. No hubo nunca un claro vencedor, y ambas guerras finalizaron con tratados de paz a regañadientes.

Mientras tanto, los Felines, ahora más sabios, fundarían en sus territorios el reino de Auris, con una arquitectura curiosa, basada en la madera pero bien elaborada, construyeron el templo de Bastet, su diosa, a quien adoraban fielmente.

Los Gigas de Titán, encerrados en su enorme isla, llamaron a su reino, Cronos, y aprendieron a construir enormes barcos a partir de la madera de los árboles titán, únicos capaces de soportar las grandes corrientes del mar que rodeaba la isla.

Los Alis Chrysalis y los Alis Avis, que por cientos de años habían vivido en paz como vecinos, también declararon a sus territorios reinos, bajo el mismo nombre distintivo que sus creadores les habían dado, los reinos de Chrysalis y Avis no tardaron mucho en entrar en guerra, una guerra marcada por un racismo que aún hoy es fuerte entre ambos.

Por otro lado, los sabios Alis Ignis fundaron el Estado Teocrático de Ignis, fieles a su dios dragón, Infinitum Magna Flamma, el mismo era gobernado por un consejo elegido por el pueblo, pero entre ellos resaltaba el sumo sacerdote, responsable de las decisiones más importantes.

Las Valkyrias se vieron muy afectadas por la Gran Helada, a pesar de ser fieras guerreras, no eran capaces de engendrar hijos por sí mismas, por lo que se veían obligadas a raptar hombres, sin importar su raza, para poder continuar con su linaje, esto era difícil en la Era de la Gran Helada, pero en la Era del Hierro, la diosa Freyja les dio un segundo regalo, una bestia con forma de caballo alado, llamado pegaso. Montando sus recién adquiridas bestias, Frejya les dio su tercer y último regalo, una canción creada para atraer a hombres con su belleza, esto con el fin de raptarlos para engendrar hijas. Asimismo también la diosa Frejya ordenó a las Valkyrias fundar un nuevo reino en la isla, sería conocido como el reino de Hastam.

Los Nagas, apartados en las profundidades, encerrados en su culto a Kraken, fundarían el reino de Nautilus, un reino hermoso, encerrado por enormes burbujas mágicas de aire, pero peligroso debido a que sus habitantes eran poco tolerantes a los extranjeros.

Kraken ordenó a los Nagas conquistar la isla de Hastam, lo que llevaría a una guerra que ha persistido hasta tiempos actuales. Las Valkyrias con sus lanzas y sus corceles alados, poco podían hacer en territorio de los Nagas, por lo que los enfrentamientos se limitaban a las costas. Grandes batallas se libraron, pero pareciera que entre más Nagas eran derrotados, más los reemplazaban. Los Nagas asaltaban barcos Valkyrias, los cuales iban a la Costa de Hierro, lugar del Mercado Enano. Los enfrentamientos al día de hoy han disminuido, pero siempre habrá un gran resentimiento entre Nagas y Valkyrias.

Mortem es conocido por ser el más oscuro de los dioses de Purgatorium, su rencor y envidia no conocen límites. Siempre fue objetivo de los Orcos conquistar el territorio humano, y empezarían por Phachyr, el reino del desierto. Montando enorme jabalíes, los Orcos combatieron contra los jinetes de elefantes phachyres durante décadas. Los Orcos son adversarios temibles, pero el poderoso reino de Phachyr ha logrado defender hasta el día de hoy las fronteras, siempre con temor de lo que el oscuro dios pueda tener bajo la manga.

Todos estos eventos han dado como resultado el Eridu que hoy conocemos, un mundo con muchos secretos aún por revelar, con lugares inexplorados a los que ningún hombre se ha atrevido a viajar y fronteras construidas con sangre. Eridu es un mundo grandioso, desde los reinos humanos hasta las islas del sureste, desde los grandes bosques de Arbor hasta las Montañas de Hierro, un mundo salvaje del cual nunca hemos de olvidar sus orígenes.

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